Los malos pensamientos son como un mal olor. Si estás en una zona donde hay mal olor, te llega a las fosas nasales sin permiso y los pensamientos también son así, pero así como nos tapamos la nariz, cerramos las ventanas y nos ponemos un paño en la cara para poder filtrar. el mal olor, también podemos gestionar y expulsar los malos pensamientos.
El Señor Jesús vivió una situación que está registrada en Su Palabra que podemos aprovechar. Un día llegó a una ciudad y le trajeron un paralítico acostado en una cama. Jesús, viendo la fe de aquellos hombres, dijo: “(…) Hijo, ten ánimo; tus pecados te son perdonados. Y he aquí, algunos de los escribas decían entre sí: El blasfema. Pero Jesús, conociendo los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? (Mateo 9.2-4).
Jesús aún no había determinado la cura, solo había perdonado los pecados y eso ya era una maravilla y un motivo para que todos los que presenciaran la escena estuvieran felices, pero los escribas pensaron mal en sus corazones. No entendían que estaban ante el Salvador y, aunque conocían las Escrituras, no podían verlo ante sus propios ojos. Su comprensión estaba bloqueada por su inclinación a pensar mal.
La persona que piensa mal en su corazón siempre está mirando la situación y deduciendo lo peor. No piensa en lo mejor de la gente ni cree en lo bueno, pero es fácil creer en lo malo. Es por eso que las noticias falsas se difunden tan fácilmente: porque la gente tiene esta tendencia a pensar mal de su corazón. Podemos decir la verdad con evidencia, pero ellos no la creen.
El Señor Jesús advirtió que “si vuestros ojos son malos, todo vuestro cuerpo estará en tinieblas” (Mateo 6:23). Es por eso que muchas personas están enfermas y nunca mejoran: porque los malos ojos traen molestias dentro de ellos. Tenemos que entrenarnos para tener buena vista, como nos enseñó Jesús, y tenemos que creer lo mejor de las personas, hasta que se demuestre lo contrario.
Sabemos que muchas veces nos confunden con tener buenos ojos, pero aun así, es mejor victimizarse, esperar el bien y decepcionarse que anticiparse al pensar mal de algo o de alguien y luego descubrir que el único mal y Lo malo de la historia fuiste tú.
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