Una vez oí a la madre de un hombre de casi 30 años decir que él necesitaba una mujer que le ordenara su vida. Ella pensaba exclusivamente en el bienestar de su hijo y no en las dificultades que la mujer comprometida tendría al intentar ayudarlo.
Por supuesto que la madre siempre quiere lo mejor para su hijo, pero a menudo se olvida de educarlo para su futura esposa. En cada mujer hay empatía y preocupación para con las necesidades de los demás. Sin embargo, en exceso, puede ser una receta para el fracaso.
Algunas cuidan demasiado a su compañero, son amigas que asumen los compromisos y resuelven todo por él. Algunos chicos más acomodados se ven atraídos por este tipo de compañeras porque saben que pueden aprovechar, obtener todo y dar muy poco a cambio. Sin embargo, otros se sentirán incómodos porque no quieren una madre sino una novia y compañera.
Para Margarete Volpi, terapeuta familiar “A veces las parejas se acostumbran a funcionar de ese modo, sin embargo, eso no siempre es sinónimo de felicidad, porque no es posible sentirse atraido por el hijo o hija”, dice la psicóloga.
El noviazgo es un tiempo de intercambio de conocimientos uno del otro. Es necesario que haya un ambiente donde cada uno desarrolle su papel, permita que su compañero también desarrolle el suyo y juntos puedan identificar cómo sus características personales puedan desarrollarse y contribuir para que esa relación tenga éxito y tenga un buen futuro.
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