Guárdame, Señor, de las manos del impío; protégeme de los hombres violentos, que se han propuesto hacerme tropezar.” (Salmo 140.4)

Si usted convive con los ímpios, aunque sean parientes, necesita estar alerta a sus consejos y sus caminos, que son para apagar su fe, pues los injustos son dirigidos por las fuerzas del mal y estos quieren alejar los pasos de los hijos de Dios de su Reino.