La mayoría de las personas que quieren cambiar de vida y no pueden se preguntan: “¿Por qué no puedo cambiar y dejar de sufrir? ¿Por qué, aunque hacemos planes, todo vuelve a ser como antes o incluso peor? Cuando las personas se sienten infelices, hay un sentimiento de remordimiento y arrepentimiento, pero no les basta con pagar el precio del cambio. Esto significa que el remordimiento no produce cambio, pero el arrepentimiento sí. Aunque el arrepentimiento incluye un sentimiento de profunda tristeza, va más allá del sentimiento: en él hay una decisión de cortar la carne, de cambiar de rumbo y de abandonar lo que causó el sufrimiento.

Así como el agua es diferente del aceite, el remordimiento es totalmente diferente al arrepentimiento, pero muchos los confunden. Un ejemplo: una persona quiere adelgazar y, al sentarse a la mesa, piensa en los pantalones que no le quedaban cuando intentó ponérselo. Sigue pensando que tiene que adelgazar e incluso quiere, pero cuando llega la siguiente comida repite el mismo comportamiento. Esto es remordimiento, ya que el arrepentimiento le hace pensar en las consecuencias antes de actuar y cambiar sus actitudes y comportamiento.

Debido a que muchas personas no se arrepienten de sus acciones y pensamientos, la vida, el matrimonio y otras áreas nunca cambiarán. Mientras no se arrepientan de lo que hicieron y hagan lo que les duele, nada mejorará. Cuando el Señor Jesús estuvo aquí en la Tierra, habló varias veces del arrepentimiento, incluso afirmando en Lucas 5.32: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”. En otras palabras, quienes reconozcan sus errores y busquen ayuda recibirán apoyo para tomar mejores decisiones y cambiar el rumbo de sus vidas.

Mientras intentas cambiar, tendrás que aceptar aquello que te saca de tu zona de confort. Serán semanas difíciles para adaptarte, pero pronto te acostumbrarás al nuevo comportamiento y a la nueva realidad de hacer lo correcto. Irás cambiando tu siembra y, a su debido tiempo, comenzarás a cosechar los frutos. Pero recuerda: no hay manera de cambiar sin arrepentimiento y ni siquiera Dios puede cambiar a alguien si no hay arrepentimiento. Él está listo para perdonarte, ayudarte y tomarte de la mano mientras caminas en una nueva dirección. Pero si permaneces en el remordimiento y finges arrepentirte, Él te permitirá cosechar los frutos de esa simulación.

Obispo Renato Cardoso