La caminata con Dios debe ser constante, no hay manera de que una persona se tome vacaciones del Reino de los Cielos. Cuando alguien experimenta un nuevo nacimiento, pasa a desear, constantemente, el alimento espiritual que viene del Altísimo y se niega vivir como el resto del mundo, (Efesios 5:18).

Como el Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, orientó: “… que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.”, (1º Tesalonicenses 4:1).

O sea, nuestra caminata cristiana no termina con el bautismo en las aguas. Por lo contrario, dura hasta el último día que pisemos la esta tierra, (1º Pedro 5:8).

Mientras estemos vivos, tenemos que “pelear la buena batalla”, (2º Timoteo 4:7). De lo contrario, no invertiremos en una buena relación con Dios y no alcanzaremos la salvación eterna.
Para que eso suceda, necesitamos madurar la fe: “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”, (Hebreos 5:13-14).

Ayuno de Daniel

En las Universal de todo el mundo estamos participando del Ayuno de Daniel desde el 22 de septiembre hasta el 13 de octubre. Este propósito es importante porque no solo vamos a abstenernos de información secular. Sino que además buscaremos contenido que fortalezcan la fe y nos acerquen al Creador. Quienes participen se convertirán en una ofrenda viva para Dios. ¿De qué manera? Ganando almas, donando libros espirituales, meditando en la Biblia, visitando los hospitales y cualquier otro lugar en el que hubiera oprimidos. Participe de las reuniones la mayor cantidad de días posibles, acompañe la Palabra Amiga del Obispo Macedo y lea libros de contenido cristiano.

“… el tema del Ayuno será agradar al Espíritu Santo, durante 21 días, todos los días se preguntará: ¿Qué puedo hacer para agradarlo?”, finaliza el obispo.