Después de algunos meses, Fernanda Bezerra fue a una nueva misión: Namibia, y alguien tendría que asumir el lugar de ella en el programa Cosas de Mujer. ¿Y qué hacía Fernanda en el programa?
Ella era la mentora del mismo, ella dirigía el tema, y ahora esta responsabilidad fue dirigida a mi, para cuidarla.
El programa salía al aire por la Rede Record Internacional y también en Brasil.
¡Cuánta responsabilidad! Pues si… Y Dios da este tipo de desafío para quien no se ve con condiciones de hacerlo.
Por varias razones me sentía incapaz. Primero, empezando por el propio idioma portugués. Aunque fuese mi idioma, porque salí de Brasil con 11 años, aunque volví a los 15, estuve en Brasil hasta los 17 años. Después mi vida empezó a “ser llevada” para varios paisas, con varios idiomas.
Acababa de venir de España, y allí tuve que realmente estudiar español y practicar más el habla. Y esto generaba una confusión por ser tan parecidos.
Y por haber vivido allí mucho tiempo, terminaba mezclando el portugués con el español.
Hablar en público tampoco es fácil, y menos cuando ves a otras personas pudiendo hacer este papel mejor que tú. Pero nadie aceptó este desafío, y mi hermana dijo: “Vi, sino aceptas este desafío, vas a perder una oportunidad de ayudar a almas afligidas.” Me acuerdo de esto como si fuese hoy… Hice un marco en mi vida. O yo asumo la fe o no. Esta era la situación en la que me encontraba delante de aquella posición.
Allí, ¡tomé una decisión! La decisión de asumir el programa en mis manos. Y contaría con Dios para auxiliarme en este programa.
En aquel mismo día, yo hablé con Dios: “Yo sinceramente no sé cómo será. Porque mi portugués está “contaminado” con el español. Y el Señor tendrá que enseñarme a hablar.” Decía esto en lágrimas e incluso en llantos.
En el fondo de mi ser, existía algo muy real: Yo quería honrar a Dios. Y no quería traer una imagen negativa, de una Dios “ordinario”, por causa de mis debilidades. ¡Yo quería mostrar un Dios que hace todo!
Empecé mi jornada de fe en hacer el programa.
Allí, teníamos que “lanzar” temas, desarrollas el tema y no hablar con un leguaje de iglesia, porque no era un programa dirigido para el horario en que se podía hablar de Dios.
Entonces, en mis limitaciones, di un paso importante en mi vida: “Voy a dar prioridad a mi momento con el Señor, allí en el Altar. Y el Señor me va a dar condiciones para esto.” ¡Y así fue!
Me levantaba todos los días buen temprano, incluso antes de que Julio se levantase, e iba para el Altar. Allí clamaba a Dios y también meditaba en Su Palabra.
E incluso luchando con Dios de un lado, y del otro lado también persistían los problemas con el nuevo desafío. En el próximo artículo cuento más al respecto.
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