Vea este mensaje y aproveche la oportunidad este miércoles 24 de noviembre

La Santa Cena es un símbolo que marca nuestra alianza con el Señor Jesús. Como está escrito:

"Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es Mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de Mí.  Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de Mí.  Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga." (1 Corintios 11:23-26)

Este miércoles 24 de noviembre en la Catedral de la Fe y en todas las Universal de país (ver direcciones), se llevará a cabo esta ceremonia tan especial.

¿A cuánto tiempo no participa?

Quizás, ha pasado mucho tiempo desde que tomó los elementos de la Última Cena. Sepa que esta es su oportunidad de acercarse nuevamente a Dios mientras aún hay tiempo.

Quizás está lejos de la fe, de la iglesia. O hasta mismo está en la iglesia, pero nunca participó de la Santa Cena, porque sabe que ha estado viviendo en pecado, y cada vez que viene el pan y el vino, los deja pasar. 

Quizás usted diga: «Con esto que estoy leyendo es como si estuviesen hablando directamente conmigo, y esto lo veo como una señal de Dios, y decido ahora que, este miércoles, voy a la iglesia y voy a participar de la Santa Cena. Voy a dar mi vida a Dios, voy a volver a Sus brazos, voy a dejar y abandonar lo equivocado y voy a hacer la voluntad de Dios en mi vida. No puedo perder más tiempo.»

Entonces, no pierda esta oportunidad y participe.

¿Usted sabe el significado de la Santa Cena?

La Santa Cena nos hace recordar la entrega del Señor Jesús en la cruz por cada uno de nosotros.
Participar de esta ceremonia es afirmar un compromiso con Él. Es recibir las virtudes del Cuerpo de Cristo en su propia vida, es ser lavado de todos los pecados y tornarse por la fe, merecedor de lo que Dios prometió.