Para alcanzar un objetivo, primero usted tiene que conocerlo. Cuanto mayor sea su conocimiento, más chance de alcanzarlo.
Para vencer a un enemigo, primero hay que conocer sus armas y técnicas. Ese es el principio de la guerra.
La victoria sobre el mal depende del conocimiento de sus armas. Sin duda alguna, la duda es el arma número uno del diablo.
A él no le importa lo que creemos, pensamos o dejamos de pensar.
Doctrinas, denominaciones, tradiciones, costumbres y todo lo demás, no hacen la más mínima diferencia para él. En realidad, todo eso incluso lo ayuda a distraer a la fe cristiana.
Su real objetivo es neutralizar la acción de la fe viva, ya que es la única arma capaz de vencerlo.
No la fe emotiva, sino la consciente.
Un día fui llamado a la casa de una madre desesperada. Su hija había estado manifestada durante horas y nadie lograba expulsar a esos demonios.
Como era miembro activa de otra iglesia, la madre había usado la Biblia para intentar liberar a la joven. Pero las entidades, usando el cuerpo de la muchacha, se reían, daban carcajadas y se burlaban de aquella señora y de los demás presentes allí.
Ella había hecho de todo para expulsar a los demonios. Había usado aceite ungido, el Nombre de Jesús y todo lo demás disponible y nada había sucedido.
Ya cansada frente a esa situación nos llamó. Y llegamos a la madrugada. Me sorprendí mucho al ver papel picado por toda la extensión de la habitación. Su antigua Biblia se había transformado en confeti…
Y tras la ministración de la autoridad Divina el Señor fue honrado y el diablo avergonzado.
La lección aprendida allí fue que la única arma capaz de vencer a todo el infierno es la fe asumida y practicada.
La Biblia en sí, el aceite, y mucho menos el simple uso del Nombre de Jesús, no garantizan la victoria, ¡es necesario más!
¡Hay que usar la autoridad del Señor Jesús en Su Santo Nombre!
La confrontación con el diablo no puede ser trabada en el campo material, sino en el espiritual. ¡Y el cristiano tiene que estar en espíritu para vencerlo!
El diablo sabe bien cuando estamos o no en la fe. Sabe cuándo expresamos fe emotiva o fe racional.
En la fe emotiva actuamos de acuerdo con las circunstancias. En la fe racional o consciente actuamos de acuerdo con las Promesas de Dios.
A los ojos del mal, la fe inteligente transforma nuestro cuerpo en llamas de fuego. (Salmos 104:4)
Si no hay fe consciente, Espíritu o fuego en la confesión del Nombre de Jesús, no hay resultado…
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