Muchas personas llegaron a la iglesia y, escuchando una palabra del Altar, sus vidas cambiaron. Pero luego, las palabras de sus amistades, incluso dentro de la iglesia, hablaron más fuerte dentro de ellas al punto de hacerlas irse de la iglesia.
Hasta con las amistades uno debe tener cuidado. Las amistades que solo viven reclamando, murmurando, quejándose por todo, perjudican nuestra fe.
Es como dice el dicho popular: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
La Biblia dice en Proverbios 13:20 que “Él que anda con sabios será sabio, mas el compañero de los necios sufrirá daño”.
Por eso debemos juntarnos con personas positivas que nos levanten y nos animen y no con personas negativas que nos derriben.
La Biblia dice así:
“El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará. El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento”. Proverbios 15:31-32
Cuando la persona escucha la Palabra de Dios y no le hace caso y prefiere escuchar la palabra de sus amistades no entiende la disciplina de Dios y no valora a su alma, y eso es lo que el diablo quiere, él no quiere su cuerpo, ¡él quiere su alma!
“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte…” (Lucas 22:31-32). El Señor rogó para que a él no le faltara la fe, porque cuando a la persona le falta la fe el diablo se aprovecha.
Muchos se convierten en un alma enferma dentro de la misma iglesia.
Es importante que seamos conscientes de que las palabras de Dios curan, pero las flechas inflamadas del diablo (palabras malignas) enferman y matan.
Muchos son los que, aun dentro de la iglesia, se enfermaron en la fe porque rechazaron la reprensión, la disciplina y la instrucción. Y quien hace esto menosprecia (no le da valor) a su propia alma.
Este es un aviso del Espíritu Santo para que cuidemos nuestros oídos, porque el diablo quiere llevarse a muchos. Cuando Lucifer cayó arrastró con él a la tercera parte de los ángeles que estaban en el cielo. Quien está debilitado en la fe quiere arrastrar a otros con él.
No deje de escuchar la disciplina del Señor, que nos corrige para que seamos más fuertes, Él nos corrige para que andemos como debemos andar.
Debemos tener nuestra fe definida y cuidarla de personas usadas por el diablo para impedir que no lleguemos a la Nueva Jerusalén.
«…Porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que Él es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día.» 2 Timoteo 1:12
Piense en eso.
Dios le bendiga.
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