Cuidado con el hábito de quejarse, ya que esta actitud es ineficaz a la hora de resolver problemas y puede incluso empeorar la situación en la que te encuentras.

¿Qué salió de tu boca hoy? ¿Quejas y arrepentimientos o gracias por todo lo que has logrado hasta ahora? Quizás le ha dicho palabras negativas a Dios, declarando que no puede soportar los problemas que enfrenta, que todo es demasiado difícil y que parece que Él se ha olvidado de usted. Tenga cuidado. Esta actitud de queja puede convertirse en un hábito, además de ser perjudicial para la vida espiritual, ya que quien se queja deja de actuar por la fe, ya que se enfoca solo en el problema y no en la solución.

Un ejemplo bíblico de que quejarse solo empeora la situación es el caso del pueblo de Israel, que tras ser liberado de la esclavitud en Egipto, guiado por Moisés, tendría que atravesar el desierto para llegar a la Tierra Prometida.

El tiempo estimado de llegada fue de 40 días, pero los hebreos murmuraron contra Dios y contra Moisés, así que en lugar de ir en línea recta, caminaron en círculos durante 40 años.

Fueron testigos de los más grandes milagros de Dios como la apertura del Mar Rojo, comieron el maná (comida que cayó del cielo) y bebieron el agua que Dios hizo brotar de una roca, pero aun así se quejaron y dijeron que extrañaban la comida de Egipto.

Dios envió una nube durante el día para darles sombra en el desierto, una antorcha de fuego durante la noche para calentarlos, y sin embargo, fueron ingratos y se quejaron. Llegaron al punto de adorar a un becerro de oro.

Las consecuencias de murmurar
En la Santa Biblia con notas del obispo Edir Macedo, señala que Dios no solo quiso liberar a esas personas de la esclavitud y llevarlas a la Tierra Prometida. No fue solo eso. El propósito era formar una gran nación y, para eso, los hebreos necesitarían desarrollar la fe, obedecer y tener madurez espiritual. Ese fue el motivo del paso por el desierto.

El obispo escribió que “no entendieron y por eso se resintieron al Señor. Murmuraron, ya que solo esperaban una pausa. Los cristianos que después de la conversión solo esperan tranquilidad, terminan frustrados. Cada batalla que se enfrenta y se gana tiene el propósito de fortalecer la fe para la preservación de la Salvación ”.

Mientras una persona no deje de murmurar y aprenda a desarrollar la fe que agrada a Dios, su vida también dará vueltas. Por eso es tan importante usar tu fe: agradece todo lo que Dios ha hecho en tu vida y no dejes de luchar.

El mayor ejemplo a seguir es el del Señor Jesús, que en los peores momentos no se quejó. Estuvo en el desierto de Judea para ser juzgado durante 40 días y 40 noches, donde ayunó, tuvo hambre y sed y no se quejó en absoluto (leer Mateo 4: 1-11).

En la hora más amarga, cuando fue crucificado, no se quejó y todavía suplicó al Padre por los que lo crucificaban, como se describe en Lucas 23-34.

¿Qué revelan las quejas constantes?

 Dios no pone un ungüento a los problemas, justificando que es necesario, antes de aplicar el ungüento, tratar la infección, pero el ser humano no quiere pasar por este proceso de dolor, de pérdida, de tener que extraer la “infección” hasta que la herida sangre y cicatrice.

Explica que si Dios respondiera a nuestras quejas y murmuraciones, seguiríamos siendo niños y viviríamos en inmadurez espiritual.

“Si Dios respondiera a nuestras constantes quejas, siempre seríamos ‘infantes’, es decir, ingratos o incrédulos. Se ve que el 99,9% de todos los que se quejan son ‘pueriles’, son gente ingrata o incrédula porque, si creo, no me quejo ni murmuro. Esto es precisamente lo que sucedió cuando Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto en el desierto. Por todo y nada, se quejó a Moisés, es decir, le reveló su ingratitud, puerilidad e incredulidad ”, escribió. El resultado es que ninguno de ellos (de 3,5 millones de personas) ha entrado en la Tierra Prometida.

Cuando una persona realmente cree, no se queja, sino que confía en Su Respuesta, el cumplimiento de la promesa de Dios.

Así que, querido lector, agradece a Dios, incluso en tiempos de dificultad, mantén tu fe encendida y tu boca cerrada para las quejas.