«Quiero, pero no puedo dejar atrás las cosas equivocadas. Incluso cambio durante dos días, pero vuelvo a ser lo que era o hago todo lo que hacía. Veo a otras personas dar testimonio de transformación y me pregunto: “¿qué me falta?”». Según la ley de la física, para mover un objeto, un cuerpo o una masa, se debe aplicar más fuerza que su peso. Por ejemplo, si vas a mover una silla de 10 kg, tendrás que aplicarle al menos 10,1 kg de fuerza. En la calle, cuando el automóvil se detiene porque se descompone, se necesitan tres o cuatro hombres para mover el automóvil, ejerciendo una fuerza mayor que la de su peso sobre él. Lo mismo ocurre en la vida: en todo lo que quieras cambiar de lugar y salir de tu estado actual, necesitas poner más fuerza. Estas son las dos cosas necesarias para un cambio en ti Esta es la razón por la que tu vida cambiará solo por unos días: no estás ejerciendo mayor fuerza que la del problema. Entonces, te faltan dos actitudes para poder cambiar: la primera es dejar el razonamiento erróneo de que tú no puedes. La Palabra de Dios dice:
«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.» (1 Corintios 10:13).
Entonces, si quieres dejar de mentir, por ejemplo, lo lograrás, porque la Palabra de Dios te lo garantiza. Sin embargo, te convences de que es difícil cambiar y ni siquiera lo intentas. Entonces, lo primero que tienes que hacer es cambiar tu forma de pensar. La segunda se menciona en Hebreos 12:4:
«Porque todavía, en vuestra lucha contra el pecado, no habéis resistido hasta el punto de derramar sangre».
Sabemos que la sangre es vida, por eso para vencer el pecado es necesario poner la fuerza que cueste tu sangre. Recuerda que luchar contra el pecado requiere derramamiento de sangre. Dios quiere que hagas un esfuerzo y niegues tu voluntad para vencer las tentaciones. Es como hemos escuchado de las personas que han contado sus historias de éxito: hubo sacrificio de parte de ellas.
Esto significa que no cambias porque no quieres derramar sangre, no quieres esforzarte y no te esfuerzas hasta el límite. Piensa en una mujer embarazada que da a luz: grita de dolor, pero sabe que si no pasa por ese dolor, el niño y hasta ella podrían morir. Entonces ella ignora todo el dolor y el niño nace. Tiene que ser así contigo también: niega tu voluntad a favor de lo que quieres cambiar. Pon todas tus fuerzas.
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