8º Día del Ayuno de Daniel
«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.» Gálatas 5:22
Parece falla en el texto. Pablo relaciona nueve virtudes, pero un solo fruto. Fruto, en singular, significa el corazón. No el corazón adámico, de piedra y rebelde, sino el nuevo corazón de carne, trasplantado por el Espíritu Santo.
Este verso podría ser leído así: Pero el corazón del Espíritu es: amor, alegría… Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Ezequiel 36:26
Obligatoriamente, los nacidos del Espíritu tienen nuevo corazón y nuevo espíritu. Nuevo espíritu significa nueva mente, la mente Divina. I Corintios 2:16
Por eso, el nuevo corazón reúne nueve virtudes que identifican el carácter de Dios.
Como virtud del nuevo corazón, el tipo de amor en cuestión no tiene nada que ver con el sentimiento posesivo, egoísta y carnal tan amado, idolatrado y cultivado en este mundo. ¡Muy por el contrario!
El amor, así como las demás virtudes del nuevo corazón, es como el del Eterno. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16. Ese tipo de amor se opone al amor amado de ese mundo. Sin la transformación realizada por el nuevo nacimiento, es imposible comprender esto.
El amor de Dios fue y ha sido sacrificial. Nada que ver con sentimiento. Quien ama con el corazón del Espíritu de Dios sacrifica por la amada y viceversa. Porque así como a fe, el amor exige sacrificios. Quien ama no quiere casarse para ser feliz, sino que quiere hacer al amado feliz. Quien ama al Señor Jesucristo quiere agradarle con una conducta sacrificial.
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