El mundo vive de tendencias que van y vienen. Y, lamentablemente, las modas también involucran temas como la fe. Hoy en día, muchas personas dicen ser evangélicas, pero en la práctica no siguen las enseñanzas que Dios dejó en Su Palabra. Algunos incluso han dejado de ir a la iglesia, pero aún disfrutan de las canciones de adoración y los mensajes de motivación: se describen a sí mismos como evangélicos no practicantes.
A pesar de que se escucha cada vez más, esta categoría no existe: o una persona es cristiana o no lo es. El término medio es pura ilusión. Tal vez les falta una comprensión real de lo que es el cristianismo. Más que una moda o una corriente de pensamiento, esta fe presupone la práctica de las enseñanzas divinas. El verdadero cristiano entiende que su vida está centrada en la Palabra de Dios y que su fe está puesta en el Señor Jesús.
Sin embargo, en busca de las facilidades y el cariño de los demás, hay quienes renuncian a los valores considerados esenciales por el Creador. “Lo que el mundo quiere es el cristiano que no practica, el que tiene una fe de ‘ensalada’. Incluso va a la iglesia, pero dice: ‘Dios entiende que tengo mis necesidades, que necesito tener mi vida normal’”, comenta Cristiane Cardoso en uno de los episodios de Meditación de la Palabra en el libro de los Salmos, disponible en Univer Video.
Este cristiano simpático prioriza la modernidad, la adaptación de los pasajes bíblicos y no mide esfuerzos para ganarse la admiración de los demás, aunque sus acciones sean contrarias a lo que predica el cristianismo, porque su fe es teórica. “Esta persona es como todos los demás, solo que tiene una religión. Está entre otras personas, hace lo que hacen los demás y dice lo que dicen los demás. Ella no es un inconveniente para nadie”, evalúa Cristiane.
Luz que disipa las tinieblas
Ser inconveniente es casi sinónimo de ser cristiano, al fin y al cabo se vive la Verdad. Además, mientras el mundo defiende la libertad, la persona que profesa la fe en el Señor Jesús renuncia a su voluntad para agradar a Dios y se basa en el sacrificio. La fe es el centro de tu vida. Sólo entonces podrás ver la diferencia en el semblante y el comportamiento de los que creen y los que dicen creer, pero no practican la Palabra.
“La gente no se siente bien con un verdadero cristiano, se sienten juzgados porque no dice palabrotas y no le gusta lo que a ellos les gusta. Esa persona que está en la oscuridad se siente expuesta, como si estuviera poniendo un foco sobre sus pecados. Entonces, el cristiano irrita”, dice. Por lo tanto, a pesar de ser inteligente, extrovertido, interesante y hasta moderno, el Hijo de Dios es odiado, después de todo, es llevado por su nueva naturaleza a tomar decisiones que van en contra del mundo.
“Una persona cristiana no puede caminar con alguien que no es de Dios. Y eso no es porque se crea mejor, sino por su fe. Tu fe eres tú y tú eres tu fe. Usted no consigue conversal con alguien que todo el tiempo habla malas palabras. No es sólo una cuestión de educación, sino de espíritu. Eso ataca el espíritu que está en ti, que es el Espíritu Santo”, dice Cristiane, refiriéndose a alguien que ha pasado por el nuevo nacimiento.
Con eso en mente, es importante que usted, el lector, se haga una autoevaluación y se pregunte sobre los caminos que ha estado recorriendo, las personas con las que ha estado hablando y lo que ha dicho o hecho. A diferencia de lo que predica la gente, ser de Dios no es ser “santo” o “perfecto”, sino ser la propia diferencia.
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