Jesús habló del árbol y sus frutos y que el árbol se conoce por sus frutos y “todo árbol que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego” (Mateo 7:19). Luego, inmediatamente, dijo “¡no todo el que me dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre? ¿Y en tu nombre no expulsamos demonios? ¿Y en tu nombre no hemos hecho muchas maravillas? Y luego les diré abiertamente: nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de iniquidad” (Mateo 7:21-23).

No es porque una persona usa el Nombre de Jesús para sanar a los enfermos y predicar el Evangelio que proviene naturalmente de Dios. Él no mira nuestras obras, sino lo que somos. Entonces, los frutos no son los dones. Frutos significa carácter. Eres tú caminando conforme a lo que está escrito en las Sagradas Escrituras. Sanar a los enfermos, liberar a los oprimidos, ayudar a las personas a prosperar, son, a su vez, dones de la autoridad del Nombre del Señor Jesús y de Su Santa Palabra.

Así que no te dejes engañar por aquellos que hacen muchas maravillas. Si viven en el pecado, Dios no se interesa por ellos. Hacer la Voluntad del Padre significa asumir Su carácter, Su verdad, Su integridad y resplandecer la imagen de Dios con una vida correcta, lejos de todo lo inútil.

Es el Espíritu Santo quien abre nuestros ojos, nuestro entendimiento, para que podamos entender a nuestro Señor Jesús como nuestro Salvador. Y, cuando una persona recibe el Espíritu Santo, tiene el carácter de Dios, es verdadera, sincera, es lo que es. Entonces, naturalmente, es un buen árbol y producirá buenos frutos. No todo el que hace la Obra de Dios es de Dios, pero todo el que es de Dios hace Su Obra, porque hace Su Voluntad y quiere dar lo que Dios le ha dado. Él quiere hacer de ti una fuente inagotable para que Él sea glorificado. La gloria es suya, pero el instrumento que Él usa es un instrumento de barro, que somos nosotros.

Obispo Edir Macedo