Cuál es el remedio para el cansancio? Tal vez, muchos dicen: «Una buena noche de sueño». La respuesta sería correcta hace algún tiempo, sin embargo, actualmente, es cada vez más común escuchar el relato de las personas que duermen el periodo de tiempo adecuado y se despiertan cansadas y con ganas de quedarse en la cama, en lugar de despertarse con disposición para enfrentar un día más.
Varios factores pueden explicar ese cuadro de fatiga crónica y uno de estos es la realidad actual. «Estamos atravesando momentos bastante diferentes, porque tuvimos que adaptarnos a muchas cosas en los últimos años. Vivíamos en un mundo, nos despertamos en otro y, ahora, después de algunos cambios, debemos adaptarnos una vez más. Estos procesos, protocolos y nuevas rutinas que se establecieron han exigido demasiado de nuestro proceso mental, y eso ha provocado que muchas personas entren en un agotamiento emocional», dijo la psicóloga Veruska Ghendov.
El agotamiento produce la sensación de cansancio constante en una persona, es decir, las semanas pasan y, por más que se realicen pausas para descansar, la mente sigue trabajando intensamente.
El resultado de esto son síntomas como desánimo, cansancio, dificultad para recordar las cosas, insomnio, problemas de digestión e incluso palpitaciones.
Veruska alertó sobre la actual situación: «Hemos percibido que el dolor emocional y físico aumentó mucho como resultado del agotamiento. Una de las preocupaciones más grandes es que, además del desgaste emocional y del agotamiento mental, hemos tenido una cantidad muy grande de personas desarrollando problemas psicosomáticos, como ansiedad en grados muy elevados, depresión, dolores en general e incluso brotes. Nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan tener periodos de recuperación y esto no ha sucedido», explicó.
Sin límites
La pandemia trajo una nueva realidad al mundo laboral, el home office. Si por un lado las personas empezaron a desempeñar sus actividades en la comodidad del hogar, por el otro, perdieron la noción del límite entre el tiempo que le dedican a su vida profesional y a su vida personal. Esta unión forzada también contribuyó a la sensación constante de desgaste, ya que se registró una sobrecarga de actividades y poco equilibrio. Durante el período más crítico de la pandemia, la situación se agravó por el miedo al Covid-19, la restricción para salir de casa y las diferentes preocupaciones, como los hijos en clases online, el cierre de las empresas, el trabajo, las deudas, entre otras. El agotamiento relacionado específicamente con el trabajo ganó un término propio: síndrome de burnout. El problema se volvió tan común que, desde principios de este año, se ha incluido en la CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades) de la Organización Mundial de la Salud. De esta manera, los profesionales diagnosticados con la enfermedad pasaron a tener los derechos laborales y previsionales en caso del distanciamiento para la recuperación.
Según Veruska, «un agravante más es la cantidad de tiempo que las personas se sobrecargan por utilizar excesivamente dispositivos, como celulares, tablets y computadoras, que exigen y amplifican demasiado las conexiones neuronales». La sobrecarga mental también estaría relacionada con el hecho de que una persona viva constantemente en dos mundos: el real y el virtual.
Dividirse entre estas dos realidades es agotador. En el mundo físico hay exigencias profesionales y personales, y en el mundo digital no es diferente.
Las redes sociales, por ejemplo, son plataformas desarrolladas estratégicamente para mantener al usuario el mayor tiempo posible conectado. Así, él produce contenido y consume lo que está disponible. El círculo vicioso, en el que la información nunca se termina, contribuye a que la persona pase varias horas en la red. Lo que pocos se dan cuenta es de que el exceso de contenido también es perjudicial para la mente, porque causa una verdadera «infoxicación».
Otro aspecto negativo es el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir. El hábito afecta directamente la calidad del sueño y, consecuentemente, aumenta la sensación de fatiga. «Si la persona no logra tener un descanso de calidad, deja de recibir la reparación mental. Algo que interfiere mucho es el hábito de llevar el celular a la cama. Así, las personas terminan ampliando la actividad neuronal y no entran en el proceso de sueño considerado saludable. Condicionan la mente a quedarse mirando los mensajes y perjudican lo que es fundamental, la calidad del sueño», detalló Veruska.
Driblando a la fatiga
Hay algunas causas físicas que también pueden ser responsables de la fatiga crónica, como la ausencia de hierro y magnesio. Por lo tanto, es importante consultar a un médico para eliminar estas posibilidades. El segundo paso es dedicarse al proceso de autoconocimiento y entender cuáles son los límites necesarios para mantener su salud mental. «Busque definir cuánto tiempo se dedicará al trabajo por día y cuánto a descansar o a distraer su mente con algo que sea diferente a las actividades profesionales y las preocupaciones. Puede ser una comedia, una buena película o una actividad de ocio conectada a la naturaleza. Además, el sueño es primordial. Las personas deben averiguar cuánto duermen. A veces, no están en condiciones de salir de la casa el fin de semana, pero pueden aprovechar para mejorar su calidad de sueño», orientó. Según ella, este comportamiento es capaz de restaurar el equilibrio mental.
Además, para descansar verdaderamente a la noche, es necesario invertir en la «higiene del sueño», una práctica que incentiva la organización de los hábitos antes de dormir, como reducir la conexión a internet una hora antes de acostarse, evitar comer alimentos pesados, entre otros. «Creo que priorizar la calidad de la salud mental es una cuestión de amor propio, porque esta actitud determinará el nivel de satisfacción y de calidad de vida que la persona tendrá profesional, afectiva y socialmente», finalizó.
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