“Yo, la sabiduría, habito con la prudencia, y he hallado conocimiento y discreción.” (Proverbios 8.12)
La persona que practica la Voluntad y Consejos de Dios, hacen de ella sabia y, automáticamente, prudente en sus acciones, para beneficio de ella misma. Y haciéndola apta para aconsejar a cualquiera que necesite de su ayuda.