Desde la infancia convivimos con el deseo, en los primeros años de vida, con poca conciencia del mundo, queremos tocar las cosas, saborearlas y tener nuevas experiencias, que no cambian con el tiempo. Aunque el contexto es diferente, todavía queremos poseer cosas, probarlas y vivir experiencias que a nuestros ojos parecen increíbles. Y a menudo, como un niño, queremos experimentarlo todo rápidamente. ¿Sera que esa es la Voluntad de Dios?
El Señor Jesús nos enseñó a hablar con Dios y pedirle todo lo que necesitamos, pero también nos dejó un consejo para evitar la frustración: “hágase tu voluntad” (Mateo 6:9). Después de enseñar esta oración a sus discípulos, Jesús la puso en práctica y, poco antes de ser conducido a la muerte, oró: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39). ¿Qué mayor ejemplo que ese?
Cada día tenemos que tomar una decisión: seguir nuestros propios pasos o dejar que Dios nos guíe. “A veces no entendemos el proceso, queremos algo que es nuestra voluntad y no la Voluntad de Dios, y cuando hacemos nuestra voluntad, no nos trae paz: al contrario, nos pone ansiosos”, escribió la columnista Viviane Freitas en su blog.
Sabiendo que la Voluntad de Dios es “buena, perfecta y agradable” (Romanos 12:2), ¿por qué alguien la dejaría de lado para ir por otro camino? La verdad es que quien rechaza la Voluntad de Dios demuestra que no cree plenamente en Su Palabra y no confía en que Él tiene el control de todo. Ésta es una verdad dolorosa, pero que es necesario conocer. Como mujeres, tendemos a querer que algo suceda, pero es parte de nuestro camino de fe matar nuestra carne para que Dios pueda crecer.
“Si persigues tus intereses, Dios lo respetará, pero tendrás consecuencias. Esto no se debe a que Dios te castigará o maldecirá, sino a que nuestra voluntad no es buena ni perfecta. La tuya y la mía parecen mejores desde nuestro ángulo, pero Dios, que es el Creador de los cielos y de la tierra, sabe lo que es bueno y lo mejor para nosotros”, citó.
Para conocer la Voluntad de Dios es necesario conocerlo a Él y desarrollar una relación con Él, a través de oraciones, meditaciones sobre Su Palabra y reuniones de fe. Sólo entonces podremos confiar y aceptar Su dirección. “Espero que observes tu voluntad, que no ha sido buena para ti, cambies y aceptes servir a Dios, en lugar de servirte a ti misma”, concluye Viviane.