El poder de decisión sobre nuestra vida está en nuestras manos. Dios nos da inteligencia y sabiduría para tomar nuestras propias decisiones. Si usamos nuestra inteligencia combinada con la sabiduría de Dios, que es Su Palabra, nuestros pensamientos se iluminan y, así, Él nos muestra las dos caras de la “moneda”, es decir, de nuestra elección, y tenemos que tomar nuestra decisión.

Así fue con Adán y Eva. Dios preparó el Jardín del Edén y les dijo: «del fruto de todo árbol podéis comer, pero el fruto de ese árbol es Mío, no lo toquéis». Dios dio el derecho de elección a Adán y Eva, sin embargo, ellos eligieron mal y, en consecuencia, la Humanidad creció en el desorden, la desobediencia y la rebeldía.

La gente suele culpar a Dios por sus fracasos, pero Él nos da libre albedrío, por lo que nuestras vidas dependen de nuestras decisiónes. Dios nos ha dado el Espíritu Santo para iluminarnos, guiarnos y enseñarnos, pero la elección final depende de cada uno de nosotros.

Cuando recibimos el Espíritu Santo, Él es la garantia y el sello de Dios de que somos Suyos. Es la garantía de que sus promesas se cumplirán. Es una marca Divina que nadie puede quitarnos excepto nosotros mismos.

A veces Él va en contra de nuestra propia voluntad, pero Su voluntad siempre es la mejor opción y en el futuro lo confirmaremos. Así que no lo olvides: tu vida es el resultado de tus elecciones.

Obispo Edir Macedo