El acto de ser agradecido trae consigo muchos beneficios, llevándonos a crear un lado positivo y más ligero en relación a la vida. 

La oportunidad de reconocer y agradecer todo en la vida, desde los logros diarios, hasta los obstáculos y dificultades que nos llevan a aprender y madurar.

Según la neurociencia, el acto de dar gracias produce en nuestro organismo la sustancia responsable de la sensación de placer y bienestar, es decir, la gratitud está directamente ligada a la felicidad.

¿Por qué ser agradecido?

A medida que la humanidad evoluciona, también aumenta la ingratitud en el mundo. A diferencia de la gratitud, que reconoce y valora los privilegios que uno tiene en el más mínimo detalle, la ingratitud se asocia al sentimiento de infelicidad e insatisfacción.

Parece que cuanto más tienes, más ingrato eres; y esto tiene mucho que ver con el significado de ingratitud. Muchos de los que desarrollan este sentimiento de ingratitud no saben que esto viene de lo contrario de todo lo que tiene que ver con Dios, porque en Su palabra Él enseña: ‘En todo dad gracias’. Es decir, incluso en los problemas aprendemos a sacar lecciones o algo bueno.

La persona que practica la gratitud, además de cumplir con la voluntad de Dios (1 Tesalonicenses 5.18), atrae hacia sí nuevos caminos que lo llevarán a la oportunidad de nuevos logros y aprendizajes, siendo así feliz y realizado en todo lo que hace.

Mire a su alrededor…

No solo hoy, sino que haga de la gratitud una parte de su vida. Reconoce todo lo que Dios te ha provisto hasta ahora.

¡Finalmente, elimine los pensamientos negativos de ingratitud de su vida y tome acciones y decisiones que lo harán verdaderamente agradecido!