Cuando la persona guarda rencor, miente para lograr lo que quiere o insiste en hacer algo que sabe que está mal, pone en riesgo la Salvación, porque es una señal de que ella está valorando más su propia voluntad que la de Dios.

La Biblia dice:

Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”  (Lucas 12:20)

La parábola anterior, advierte que el hombre rico había planeado aumentar su producción y tenía la intención de apilarla en graneros más grandes. Él solo se preocupaba con sus deseos personales, los bienes materiales y no le importaba lo que sucedería después de su muerte. A través del hombre rico, el Señor Jesucristo enseña que es posible escapar de la condenación con purificación.

Por eso, quien se deja llevar por la avaricia, la ira, los malos ojos, la codicia, el egoísmo y los impulsos terminará sufriendo consecuencias desastrosas. Porque Dios deja claro en Su Palabra que la condición para alcanzar la Salvación eterna es mantener el corazón limpio.

“Lo que más aprecio en mi vida es mi Salvación. Yo también quiero que ustedes tengan ese sentimiento de guardar y proteger la Suya. Es el tesoro de Dios guardado en su interior. Guárdela como la niña de sus ojos. Nada es más precioso que ella”, explica el obispo Macedo.

Obviamente todos pasan por un mal día, por problemas y se terminan hasta exaltando en algún momento, pero el problema no es ponerse nervioso, sino dejar que la irritación le quite la paz del alma. “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.”  (Efesios 4:26)

Así que, si por casualidad, usted se enoja con alguien, que no es pecado, no permita que el enojo se transfiera al día siguiente. “Los desafíos que enfrentamos, las humillaciones, las injusticias y todo lo que enfrentamos día a día, es el diablo tratando de interrumpir nuestra relación con Dios”, finaliza el obispo Macedo.

Y, usted, ¿qué ha hecho por su Salvación? Participe del Encuentro con Dios, que se realiza todos los domingos a las 7 y 9:30h y aprenda a valorar el bien más precioso que Dios le dio: su alma. Ingrese aquí y busque una Universal  más cercana a su domicilio.